lunes, 10 de junio de 2013

Con la historia bien puesta


Recebí esta carta la semana pasada de Emiliano Battista, un gran amigo y hincha. Gracias por el apoyo incondicional y por sus palabras. Lleguemos primeros o últimos, somos todos campeones!

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Sigue la carta:

Con la historia bien puesta! El peso del número 1!

Por Emiliano Battista

Martín Sturla fue entrevistado por un periodista local en la exposición del Ironman Brasil en los días previos a la carrera, justo antes de que comenzara a firmar autógrafos en el stand de Shimano. Con admirable madurez, expresó: “Estoy preparado para ‘ganar’ y estoy preparado para ‘no ganar’. En 8 o en 17 horas, voy a llegar contento”. Por intuición anticipatoria o por determinación de la palabra, pero a la hora de la largada sus declaraciones se pondrían a prueba.

El domingo 26 de mayo, una vez más, se libraba la contienda. Desarrolló una natación habitual (49min.) y un pedaleo moderado (4hs.38min.), lejos del “record do percurso” que él mismo hubiera registrado en otra oportunidad (4hs.21min.). Así, Martín se vio entreverado en una experiencia por él nunca antes transitada: siendo uno de los principales candidatos, y siendo el más ganador en la historia de esta carrera, debía completar gran parte de la maratón y cruzar la meta sabiendo que no ocuparía los puestos de vanguardia. A pesar de figurar en su haber 35 ironman –de los cuales contamos 12 participaciones en el Ironman Brasil–, y a pesar de que menos de 9 horas (8hs.55min.) sea un registro prácticamente inalcanzable para los mejores amateurs, Martín sabía que su actuación era absolutamente modesta, y que gran parte de la crítica sería dura al juzgarla.

Sin embargo, no solo era prisionero de las palabras que hubiera pronunciado dos días antes, sino que estaba atrapado por las propias convicciones sobre el espíritu ironman; convicciones que ni el paso del tiempo, ni las glorias alcanzadas, ni el ruido ensordecedor de los aplausos y cornetas, evidentemente, le habían hecho perder.
Martín supo asimilar y cargar con hidalguía los logros de su trayectoria: el peso de sus cuatro victorias en Brasil 2001, 2008, 2009 y 2011; el peso del Top 10 obtenido en Hawaii 2008; el peso de los dos 13er puesto de Hawaii 2001 y 2007; el peso de los dos 3er puesto de Brasil 2002 y 2007; el peso del 2do puesto de Florida 2005, entre otras tantas batallas.

Una historia bien llevada le permitió a Martín, con sus 39 años, armarse del temple necesario como para comprender que no debía desistir, y que su lema (“Never give up”) estaba siendo sometido a prueba por circunstancias nuevas. Veía que su “día nefasto” se convertía en el “día glorioso” de quienes durante años, teniéndolo como referente, soñaban con llegar delante de él. En algún momento, la “ruina” de Thomas Hellriegel, Faris Al Sultan o Norman Stadler le permitía a Eduardo Sturla disfrutar de una sensación de inigualable victoria, pues doblegaba a verdaderos campeones que años atrás se coronaran ganadores en Kona (Hawaii). El 26 de mayo de 2013 él era a quien le tocaba dar un cierre igualmente ejemplar a su participación en la competencia en la que más veces largara con el número 1.

Martín dio una sorprendente lección (absolutamente fiel al espíritu de la distancia original del deporte de las tres disciplinas) al completar la carrera.  Arribó a la meta en el puesto 14 y estrechó las manos de los espectadores que aguardaban para verlo desde las tribunas del pasillo por el que transitarían más de 2000 competidores.

Sturla ya nos demostró muchas veces que estaba preparado para “ganar”. En esta ocasión, efectivamente, nos demostró que también estaba preparado para “no ganar”, puesto que estaba dispuesto a llegar a la alfombra azul a pesar de que no estuviera en ella esperándolo la cinta que solo el primero –y él lo sabe más que nadie– tiene el honor de levantar. Así y todo, Martín palmeó a quienes le estiraron la mano, cruzó la línea con la frente bien alta y envolvió con sus brazos a su mujer, Renata. Ella, sonriente, no esperaba ni al 1 ni al 14, sino simplemente (de manera incondicional) a su pareja.       

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Genial. Simplemente un cuadro perfecto.
Seba.

Anónimo dijo...

Tal cual, Emiliano. Martín sos todo un ejemplo, y un gran tipo
Daniela Maturano