Recebí esta carta la semana pasada de Emiliano Battista, un gran amigo
y hincha. Gracias por el apoyo incondicional y por sus palabras. Lleguemos primeros o últimos, somos todos campeones!
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Sigue la carta:
Con la historia bien puesta! El peso del número 1!
Por Emiliano Battista
Martín Sturla fue entrevistado por un periodista local en la
exposición del Ironman Brasil en los días previos a la carrera, justo
antes de que comenzara a firmar autógrafos en el stand de Shimano. Con
admirable madurez, expresó: “Estoy preparado para ‘ganar’ y estoy
preparado para ‘no ganar’. En 8 o en 17 horas, voy a llegar contento”.
Por intuición anticipatoria o por determinación de la palabra, pero a la
hora de la largada sus declaraciones se pondrían a prueba.
El domingo 26 de mayo, una vez más, se libraba la contienda.
Desarrolló una natación habitual (49min.) y un pedaleo moderado
(4hs.38min.), lejos del “record do percurso” que él mismo hubiera
registrado en otra oportunidad (4hs.21min.). Así, Martín se vio
entreverado en una experiencia por él nunca antes transitada: siendo uno
de los principales candidatos, y siendo el más ganador en la historia
de esta carrera, debía completar gran parte de la maratón y cruzar la
meta sabiendo que no ocuparía los puestos de vanguardia. A pesar de
figurar en su haber 35 ironman –de los cuales contamos 12
participaciones en el Ironman Brasil–, y a pesar de que menos de 9 horas
(8hs.55min.) sea un registro prácticamente inalcanzable para los
mejores amateurs, Martín sabía que su actuación era absolutamente
modesta, y que gran parte de la crítica sería dura al juzgarla.
Sin embargo, no solo era prisionero de las palabras que hubiera
pronunciado dos días antes, sino que estaba atrapado por las propias
convicciones sobre el espíritu ironman; convicciones que ni el paso del
tiempo, ni las glorias alcanzadas, ni el ruido ensordecedor de los
aplausos y cornetas, evidentemente, le habían hecho perder.
Martín supo asimilar y cargar con hidalguía los logros de su
trayectoria: el peso de sus cuatro victorias en Brasil 2001, 2008, 2009 y
2011; el peso del Top 10 obtenido en Hawaii 2008; el peso de los dos
13er puesto de Hawaii 2001 y 2007; el peso de los dos 3er puesto de
Brasil 2002 y 2007; el peso del 2do puesto de Florida 2005, entre otras
tantas batallas.
Una historia bien llevada le permitió a Martín, con sus 39 años,
armarse del temple necesario como para comprender que no debía desistir,
y que su lema (“Never give up”) estaba siendo sometido a prueba por
circunstancias nuevas. Veía que su “día nefasto” se convertía en el “día
glorioso” de quienes durante años, teniéndolo como referente, soñaban
con llegar delante de él. En algún momento, la “ruina” de Thomas
Hellriegel, Faris Al Sultan o Norman Stadler le permitía a Eduardo
Sturla disfrutar de una sensación de inigualable victoria, pues
doblegaba a verdaderos campeones que años atrás se coronaran ganadores
en Kona (Hawaii). El 26 de mayo de 2013 él era a quien le tocaba dar un
cierre igualmente ejemplar a su participación en la competencia en la
que más veces largara con el número 1.
Martín dio una sorprendente lección (absolutamente fiel al espíritu
de la distancia original del deporte de las tres disciplinas) al
completar la carrera. Arribó a la meta en el puesto 14 y estrechó las
manos de los espectadores que aguardaban para verlo desde las tribunas
del pasillo por el que transitarían más de 2000 competidores.
Sturla ya nos demostró muchas veces que estaba preparado para
“ganar”. En esta ocasión, efectivamente, nos demostró que también estaba
preparado para “no ganar”, puesto que estaba dispuesto a llegar a la
alfombra azul a pesar de que no estuviera en ella esperándolo la cinta
que solo el primero –y él lo sabe más que nadie– tiene el honor de
levantar. Así y todo, Martín palmeó a quienes le estiraron la mano,
cruzó la línea con la frente bien alta y envolvió con sus brazos a su
mujer, Renata. Ella, sonriente, no esperaba ni al 1 ni al 14, sino
simplemente (de manera incondicional) a su pareja.
2 comentarios:
Genial. Simplemente un cuadro perfecto.
Seba.
Tal cual, Emiliano. Martín sos todo un ejemplo, y un gran tipo
Daniela Maturano
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